Se recomiendan 30 min de ejercicio ya que a los pocos minutos de iniciado se activa el sistema nervioso simpático, las glándulas suprarrenales segregan adrenalina, el corazón late más deprisa, aumenta la ventilación pulmonar, el metabolismo se acelera, la presión sanguínea se eleva, las arterias musculares se dilatan para multiplicar su riego sanguíneo, el hígado libera más glucosa.
Todo el cuerpo cambia, muta, como embestido por un tsunami neuroquímico.
Al principio, toda esta transformación es dolorosa, fatigosa, parece incluso que vaya en contra de tu propia naturaleza. Pero a medida que se repite cada día, los glóbulos rojos aumentan su número, la tensión arterial en reposo era más baja, los niveles de azúcares estan mejor regulados, los huesos se hacen más fuertes como consecuencia del aumento de la presión a la que se someten los músculos.
Pero no todo se queda en lo obvio. Estudios recientes indican que esta transformación también impacta en el cerebro.
Por ejemplo, según un estudio de la Universidad de Columbia dirigido por Scott Small y Ana Pereira, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science, el ejercicio estimula el nacimiento de nuevas neuronas en la región cerebral del hipocampo, una zona relacionada con la memoria y el aprendizaje.
Cruzado el umbral de los primeros 15 minutos, la radiografía del cuerpo revelaría que entonces, y sólo entonces, los músculos ya han agotado las reservas de azúcares que guardan en su interior y que ha empezado a quemar la otra fuente de energía: las grasas. La cintura comienza a rebajar centímetros.
También es a partir de este punto en el que el cuerpo empieza a ganar resistencia.
En general se recomiendan 30 minutos de actividad moderada 5 días a la semana: caminar a buen ritmo, bailar, pasear en bicicleta. O, como alternativa, 20 minutos de actividad intensa 3 días a la semana: deportes de competición, correr, bicicleta intensa, etc.
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